jueves, 19 de agosto de 2010

dos años mas tarde...


Y ahora paga sus pecados como si el mundo le exigiera alcanzar la perfección. Pero se rehúsa. No entiende el lenguaje divino. Olvidó cómo y para qué habla Dios y ahora lo culpa.
-¿Qué quieres decirme!?- Se preguntaba, pero no encontraba respuestas.
Tal vez, era una forma sensata de devolverle la cordura y de hacerla sentir como una más de los mortales.
-¿No te creías tan divina?- Le susurró Dios al oido con un tono burlesco, y ella largó una carcajada.

No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague. Y le tocó crecer. Crecer y darse cuenta de lo mucho que se sobreestimaba y del poco valor para el mundo que tenía.
No andaba buscando pleitos pero se sentía un imán de las malas rachas.

Ahora entiende a su padre cuando le dice "la felicidad no es un estado permanente" y ahora le cree a su madre cuando la trata de "engreída".

Un porrazo más!! no puede creerlo.
Y le cuesta asumirlo! Por eso escribe en tercera persona.

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